La Ultima Paloma - Men Marias.epub
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15. Después de habernos extendido sobre la Palabra última y definitiva de Dios al mundo, es necesario referirse ahora a la misión del EspÃritu Santo en relación con la Palabra divina. En efecto, no se comprende auténticamente la revelación cristiana sin tener en cuenta la acción del Paráclito. Esto tiene que ver con el hecho de que la comunicación que Dios hace de sà mismo implica siempre la relación entre el Hijo y el EspÃritu Santo, a quienes Ireneo de Lyon llama precisamente «las dos manos del Padre».[47] Por lo demás, la Sagrada Escritura es la que nos indica la presencia del EspÃritu Santo en la historia de la salvación y, en particular, en la vida de Jesús, a quien la Virgen MarÃa concibió por obra del EspÃritu Santo (cf. Mt 1,18; Lc1,35); al comienzo de su misión pública, en la orilla del Jordán, lo ve que desciende sobre sà en forma de paloma (cf. Mt 3,16); Jesús actúa, habla y exulta en este mismo EspÃritu (cf. Lc10,21); y se ofrece a sà mismo en el EspÃritu (cf. Hb 9,14). Cuando estaba terminando su misión, según el relato del Evangelista Juan, Jesús mismo pone en clara relación el don de su vida con el envÃo del EspÃritu a los suyos (cf. Jn 16,7). Después, Jesús resucitado, llevando en su carne los signos de la pasión, infundió el EspÃritu (cf. Jn 20,22), haciendo a los suyos partÃcipes de su propia misión (cf. Jn 20,21). El EspÃritu Santo enseñará a los discÃpulos y les recordará todo lo que Cristo ha dicho (cf. Jn 14,26), puesto que será Él, el EspÃritu de la Verdad (cf. Jn 15,26), quien llevará los discÃpulos a la Verdad entera (cf. Jn 16,13). Por último, como se lee en los Hechos de los Apóstoles, el EspÃritu desciende sobre los Doce, reunidos en oración con MarÃa el dÃa de Pentecostés (cf. 2,1-4), y les anima a la misión de anunciar a todos los pueblos la Buena Nueva.[48] 59ce067264